miércoles, 12 de septiembre de 2012

24 de julio, desde Mansilla hasta León

Estapa también fué corta, y con pocas dificultades, aunque bastante fea, como son todas las etapas que nos llevan cerca de los grances núcleos urbanos.
Salimos de Mansilla cruzando el puente sobre el río Esla, continuando por el camino de peatones que sigue paralelo a la carretera. Tras una cuesta de dos metros, que por pedregosa y empinada es necesario bajarla con ayuda, el firme es bastante practicable para la silla de ruedas y, enseñándonos unos paisajes de maizales, nos distrae un poco de la sensación desagradable que ofrece el numeroso tráfico que hay a pocos metros de allí.

Mas adelante, el camino coincide en pequeños tramos con la misma carretera, todos los peregrinos han de pisar el arcén, que a veces es demasiado pequeño para dar sensación de seguridad. Lo que recomiendo en estos casos, es acelerar la handbike lo más posible para estar el menor tiempo posible expuestos al peligro (como si estuviéramos cruzando una carretera sin semáforo). Y poco a poco, llegaremos a Puente Villarente, donde hay una cafetería con terraza y altavoces en los que ponen música clásica. Aprovechamos para descansar, beber bebidas isotónicas e ir al baño, aunque fué un poco difícil porque la entrada tiene un escalón y los servicios son pequeños.

Poco después de Puente Villarente se puede volver al camino, ya que el firme es bastante bueno, pasando por una zona residencial. Según íbamos acercándonos a León, el camino se iba haciendo cada vez más polvoriento, pasando por zonas que tenían aspecto de solares junto a la carretera. Por allí hay algún tramo con cuestas hacia arriba y abajo, y si queremos pasar con una silla de ruedas vamos a necesitar ayuda para evitar vuelcos, porque en hay albunos surcos que hacen inclinar la silla. Cuando se llega a un puente azul, con rampas, que nos pasa al otro lado de la carretera, habremos pasado lo peor. La entrada, a León es bastante fea y larga, pero no da problemas (hay rebajes en las aceras de las afueras), y está bien señalizada con flechas amarillas.

Si encontráis una bifurcación con flechas amarillas que señalan "hacia albergue municipal" y "hacia albergue de Las Carvajalas" ignorad la primera, porque el albergue municipal está lejos del centro de León, lejos del camino, y está cerrado desde el 1 de julio de 2012, UN MAL GESTO DEL AYUNTAMIENTO DE LEÓN A LOS PEREGRINOS.

Pasamos por el Albergue de las Carvajalas para saludar a los amigos peregrinos que conocíamos de días anteriores. Una monja nos ofreció alojamiento, pero lo más accesible que tenían era pasando tres escalones. Declinamos la invitación porque habíamos reservado en el Albergue Juvenil Miguel de Unamuno, pero tal vez no fué una decisión acertada porque para entrar allí hay que pasar un escalón muy grande, que está junto a una acera muy estrecha, y la habitación tiene bañera en lugar de ducha. Los dos alojamientos son céntricos. De momento,y si queremos un alojamiento mejor adaptado en León, habrá que buscar un hotel con habitación adaptada o alojarnos en el Albergue de Virgen del Camino, que está a 5 km saliendo de León.

Con el calor que hacía, era difícil hacer visitas turísticas. El mejor sitio para estar eran las iglesias, por eso visitamos la catedral por dentro, con claustro y todo, que estaba preciosa con el sol intenso atravesando su cristalería. Entre paseo y paseo, nos íbamos encontrando con peregrinos que conocíamos de días anteriores. Miguel, un peregrino navarro con el que tuvimos agradables encuentros durante el camino, nos acompañó en parte de la visita. Cuando entraron a ver las pinturas de San Isidoro de León, no pude entrar con ellos porque la entrada es con escaleras, les esperé en la iglesia de hay al lado, porque era el único sitio donde se podía esperar con paciencia (por el calor sofocante). También vimos desde fuera la Casa Botines. Y aprovechamos que estábamos en una ciudad con todo tipo de servicios para poner neumáticos nuevos a las ruedas de la silla, y evitar sustos en el futuro.

Por último, cenamos de tapas en el barrio húmedo, como es costumbre. Y antes de entrar en el albergue, saludamos a voz de "Ultreia!!" a Izaskun e Iñaki, a los que íbamos a dejar atrás porque se quedarían a descansar un día en León. El encuentro fue emocionante.

martes, 11 de septiembre de 2012

23 de julio, desde El Burgo Ranero hasta Mansilla de las Mulas

Esta etapa es corta y sencilla, ya que saliendo de El Burgo Ranero El Camino tiene dos rutas paralelas, una de tierra batida y otra de asfalto que es una antigua carretera con apenas tráfico, y además es conocido por los conductores de la zona que por allí van muchos bicigrinos.
Pasamos la mañana saludando a quien nos íbamos encontrando. Incluso estuvimos largo rato hablando con un bicigrino que, buscando conversación, decidió pedalear despacio para ir a nuestro ritmo.
Pasando la mitad del trayecto, paramos en Reliegos, donde hay un albergue con bar, para refrescarnos con unas bebidas. En seguida continuamos, porque queríamos llegar a Mansilla antes de que el sol calentara demasiado.
Tan pronto llegamos, que tuvimos que esperar a que el abriesen el albergue municipal, donde Laura, a pesar de trabajar por el ayuntamiento, cuida el lugar como si fuera su casa.
La preciosa decoración de la recepción, el despacho y el patio interior no tienen desperdicio.
Aunque no es un albergue con adaptaciones "per se", con buena maña y mejor intención han conseguido preparar una habitación en la planta baja, una ducha y un baño lo suficientemente grandes para entrar con una silla de ruedas, y ausencia de escalones para lo basico.

Al tener una cocina para que cada uno se prepare su comida, aprovechamos para hacer la compra y prepararnos la cena.
Mansilla es un pueblo sencillo y bello a la vez, con calles amplias y transitables (eché de menos los rebajes de las aceras), recomiendo visitar la Plaza del Grano y el Puente sobre el Esla.






martes, 4 de septiembre de 2012

22 de julio, desde Terradillos de los Templarios hasta El Burgo Ranero

Después de desayunar acompañados por Izaskun, Iñaki y David, partimos de Terradillos, en una de las etapas más largas del viaje. Por suerte, el camino es muy fácil para ir con silla de ruedas. Hasta Sahagún se puede caminar por el arcén de la carretera que está paralela al camino de peatones, y tan cerca que se puede saludar a la gente que pasa. Además apenas hay tráfico por esa zona, especialmente si pasáis a primera hora de la mañana. 
Al acercarse a Sahagún hay que tener cuidado porque si nos mantenemos demasiado en el arcén, sin quererlo, podemos entrar en una circunvalación. Desde aqui se ocurre decir dos pautas para evitar esta equivocación: en primer lugar, la via que tenemos que seguir es totalmente recta, y en ningún caso hace una curva hacia la izquierda que asciende hasta un puente y, por otro lado, dudar si de repente veis que el arcén se ensancha como el doble de lo que venía siendo hasta ese momento.
Sahagún es una población grande con muchos servicios. Merece la pena parar para descansar y recrearse la vista viendo su plaza mayor y monumentos, entre ellas las iglesias mudéjares de San Tirso y San Lorenzo. Una pena que la segunda lleve mucho tiempo en obras, y no se puede apreciar bien su encanto.
 
 

Tuvimos la suerte de coincidir con un mercado medieval, con música popular de fondo.

Al salir de Sahagún el camino de peatones y la carretera van paralelos. El camino es posible hacerlo, aunque bastante incómodo, y al estar la carretera tan cerca, con poco tráfico y con arcén, caí en la tentación de la facilidad.


Los primeros cuatro kilómetros después de Sahagun se nos hicieron muy cortos, ya que estuvimos charlando con una pareja de Valencia que aprovechaba los puentes y vacaciones para recorrer el Camino a tramos.Después nos encontramos con una bifurcación.  Tomamos la decisión junto a Izaskun e Iñaki, y más peregrinos conocidos de antes, que descansaban en una parada de autobús.

Si se va con silla de ruedas, lo mejor es dirigirse por el camino de la izquierda, pasando por El Burgo Ranero. El camino de la derecha pasa por una antigua calzada romana, así que para una silla de ruedas no me lo imagino muy practicable, aunque según lo que nos contó Antonia, la hospitalera de Terradillos, hay un paisaje bonito en primavera.

A partir de aqui, y hasta El Burgo Ranero, el camino es muy muy fácil vaya como se vaya, ya que hay dos caminos paralelos, uno de tierra y otro de asfalto, que es una antigua carretera por la que es raro que pase algún coche.

Por allí nos encontramos por primera vez con un monumento que recordaba la muerte de un peregrino en el camino.




El Burgo es un pueblo con pocos encantos, aparte de sus gentes y una charca en la que se pone el sol.

Allí nos alojamos en el Albergue Ébalo Tamau que, aunque está algo separado del Camino, es muy acogedor. Eufemio, es un hospitalero como hay pocos, que deja la puerta de su casa abierta cuando no está, dejando un cartel en el que pone "si quieres puedes pasar, ducharte y elegir una cama". Lástima que Eufemio nos contara, con cierta tristeza, que ha tenido alguna mala experiencia con peregrinos malintencionados y está pensando en cerrar.