miércoles, 12 de septiembre de 2012

24 de julio, desde Mansilla hasta León

Estapa también fué corta, y con pocas dificultades, aunque bastante fea, como son todas las etapas que nos llevan cerca de los grances núcleos urbanos.
Salimos de Mansilla cruzando el puente sobre el río Esla, continuando por el camino de peatones que sigue paralelo a la carretera. Tras una cuesta de dos metros, que por pedregosa y empinada es necesario bajarla con ayuda, el firme es bastante practicable para la silla de ruedas y, enseñándonos unos paisajes de maizales, nos distrae un poco de la sensación desagradable que ofrece el numeroso tráfico que hay a pocos metros de allí.

Mas adelante, el camino coincide en pequeños tramos con la misma carretera, todos los peregrinos han de pisar el arcén, que a veces es demasiado pequeño para dar sensación de seguridad. Lo que recomiendo en estos casos, es acelerar la handbike lo más posible para estar el menor tiempo posible expuestos al peligro (como si estuviéramos cruzando una carretera sin semáforo). Y poco a poco, llegaremos a Puente Villarente, donde hay una cafetería con terraza y altavoces en los que ponen música clásica. Aprovechamos para descansar, beber bebidas isotónicas e ir al baño, aunque fué un poco difícil porque la entrada tiene un escalón y los servicios son pequeños.

Poco después de Puente Villarente se puede volver al camino, ya que el firme es bastante bueno, pasando por una zona residencial. Según íbamos acercándonos a León, el camino se iba haciendo cada vez más polvoriento, pasando por zonas que tenían aspecto de solares junto a la carretera. Por allí hay algún tramo con cuestas hacia arriba y abajo, y si queremos pasar con una silla de ruedas vamos a necesitar ayuda para evitar vuelcos, porque en hay albunos surcos que hacen inclinar la silla. Cuando se llega a un puente azul, con rampas, que nos pasa al otro lado de la carretera, habremos pasado lo peor. La entrada, a León es bastante fea y larga, pero no da problemas (hay rebajes en las aceras de las afueras), y está bien señalizada con flechas amarillas.

Si encontráis una bifurcación con flechas amarillas que señalan "hacia albergue municipal" y "hacia albergue de Las Carvajalas" ignorad la primera, porque el albergue municipal está lejos del centro de León, lejos del camino, y está cerrado desde el 1 de julio de 2012, UN MAL GESTO DEL AYUNTAMIENTO DE LEÓN A LOS PEREGRINOS.

Pasamos por el Albergue de las Carvajalas para saludar a los amigos peregrinos que conocíamos de días anteriores. Una monja nos ofreció alojamiento, pero lo más accesible que tenían era pasando tres escalones. Declinamos la invitación porque habíamos reservado en el Albergue Juvenil Miguel de Unamuno, pero tal vez no fué una decisión acertada porque para entrar allí hay que pasar un escalón muy grande, que está junto a una acera muy estrecha, y la habitación tiene bañera en lugar de ducha. Los dos alojamientos son céntricos. De momento,y si queremos un alojamiento mejor adaptado en León, habrá que buscar un hotel con habitación adaptada o alojarnos en el Albergue de Virgen del Camino, que está a 5 km saliendo de León.

Con el calor que hacía, era difícil hacer visitas turísticas. El mejor sitio para estar eran las iglesias, por eso visitamos la catedral por dentro, con claustro y todo, que estaba preciosa con el sol intenso atravesando su cristalería. Entre paseo y paseo, nos íbamos encontrando con peregrinos que conocíamos de días anteriores. Miguel, un peregrino navarro con el que tuvimos agradables encuentros durante el camino, nos acompañó en parte de la visita. Cuando entraron a ver las pinturas de San Isidoro de León, no pude entrar con ellos porque la entrada es con escaleras, les esperé en la iglesia de hay al lado, porque era el único sitio donde se podía esperar con paciencia (por el calor sofocante). También vimos desde fuera la Casa Botines. Y aprovechamos que estábamos en una ciudad con todo tipo de servicios para poner neumáticos nuevos a las ruedas de la silla, y evitar sustos en el futuro.

Por último, cenamos de tapas en el barrio húmedo, como es costumbre. Y antes de entrar en el albergue, saludamos a voz de "Ultreia!!" a Izaskun e Iñaki, a los que íbamos a dejar atrás porque se quedarían a descansar un día en León. El encuentro fue emocionante.

martes, 11 de septiembre de 2012

23 de julio, desde El Burgo Ranero hasta Mansilla de las Mulas

Esta etapa es corta y sencilla, ya que saliendo de El Burgo Ranero El Camino tiene dos rutas paralelas, una de tierra batida y otra de asfalto que es una antigua carretera con apenas tráfico, y además es conocido por los conductores de la zona que por allí van muchos bicigrinos.
Pasamos la mañana saludando a quien nos íbamos encontrando. Incluso estuvimos largo rato hablando con un bicigrino que, buscando conversación, decidió pedalear despacio para ir a nuestro ritmo.
Pasando la mitad del trayecto, paramos en Reliegos, donde hay un albergue con bar, para refrescarnos con unas bebidas. En seguida continuamos, porque queríamos llegar a Mansilla antes de que el sol calentara demasiado.
Tan pronto llegamos, que tuvimos que esperar a que el abriesen el albergue municipal, donde Laura, a pesar de trabajar por el ayuntamiento, cuida el lugar como si fuera su casa.
La preciosa decoración de la recepción, el despacho y el patio interior no tienen desperdicio.
Aunque no es un albergue con adaptaciones "per se", con buena maña y mejor intención han conseguido preparar una habitación en la planta baja, una ducha y un baño lo suficientemente grandes para entrar con una silla de ruedas, y ausencia de escalones para lo basico.

Al tener una cocina para que cada uno se prepare su comida, aprovechamos para hacer la compra y prepararnos la cena.
Mansilla es un pueblo sencillo y bello a la vez, con calles amplias y transitables (eché de menos los rebajes de las aceras), recomiendo visitar la Plaza del Grano y el Puente sobre el Esla.






martes, 4 de septiembre de 2012

22 de julio, desde Terradillos de los Templarios hasta El Burgo Ranero

Después de desayunar acompañados por Izaskun, Iñaki y David, partimos de Terradillos, en una de las etapas más largas del viaje. Por suerte, el camino es muy fácil para ir con silla de ruedas. Hasta Sahagún se puede caminar por el arcén de la carretera que está paralela al camino de peatones, y tan cerca que se puede saludar a la gente que pasa. Además apenas hay tráfico por esa zona, especialmente si pasáis a primera hora de la mañana. 
Al acercarse a Sahagún hay que tener cuidado porque si nos mantenemos demasiado en el arcén, sin quererlo, podemos entrar en una circunvalación. Desde aqui se ocurre decir dos pautas para evitar esta equivocación: en primer lugar, la via que tenemos que seguir es totalmente recta, y en ningún caso hace una curva hacia la izquierda que asciende hasta un puente y, por otro lado, dudar si de repente veis que el arcén se ensancha como el doble de lo que venía siendo hasta ese momento.
Sahagún es una población grande con muchos servicios. Merece la pena parar para descansar y recrearse la vista viendo su plaza mayor y monumentos, entre ellas las iglesias mudéjares de San Tirso y San Lorenzo. Una pena que la segunda lleve mucho tiempo en obras, y no se puede apreciar bien su encanto.
 
 

Tuvimos la suerte de coincidir con un mercado medieval, con música popular de fondo.

Al salir de Sahagún el camino de peatones y la carretera van paralelos. El camino es posible hacerlo, aunque bastante incómodo, y al estar la carretera tan cerca, con poco tráfico y con arcén, caí en la tentación de la facilidad.


Los primeros cuatro kilómetros después de Sahagun se nos hicieron muy cortos, ya que estuvimos charlando con una pareja de Valencia que aprovechaba los puentes y vacaciones para recorrer el Camino a tramos.Después nos encontramos con una bifurcación.  Tomamos la decisión junto a Izaskun e Iñaki, y más peregrinos conocidos de antes, que descansaban en una parada de autobús.

Si se va con silla de ruedas, lo mejor es dirigirse por el camino de la izquierda, pasando por El Burgo Ranero. El camino de la derecha pasa por una antigua calzada romana, así que para una silla de ruedas no me lo imagino muy practicable, aunque según lo que nos contó Antonia, la hospitalera de Terradillos, hay un paisaje bonito en primavera.

A partir de aqui, y hasta El Burgo Ranero, el camino es muy muy fácil vaya como se vaya, ya que hay dos caminos paralelos, uno de tierra y otro de asfalto, que es una antigua carretera por la que es raro que pase algún coche.

Por allí nos encontramos por primera vez con un monumento que recordaba la muerte de un peregrino en el camino.




El Burgo es un pueblo con pocos encantos, aparte de sus gentes y una charca en la que se pone el sol.

Allí nos alojamos en el Albergue Ébalo Tamau que, aunque está algo separado del Camino, es muy acogedor. Eufemio, es un hospitalero como hay pocos, que deja la puerta de su casa abierta cuando no está, dejando un cartel en el que pone "si quieres puedes pasar, ducharte y elegir una cama". Lástima que Eufemio nos contara, con cierta tristeza, que ha tenido alguna mala experiencia con peregrinos malintencionados y está pensando en cerrar.




domingo, 19 de agosto de 2012

21 de julio, desde Carrión de los Condes a Terradillos de los Templarios

Salimos de Carrión después de compartir en el desayuno los dulces que nos había regalado Inma, la prima de Xabi, con una peregrina francesa que, curiosamente llevaba un osito de peluche colgando de la mochila.

El siguiente pueblo después de Carrión, se encuentra a 17 km. Este tramo ha sido conocido por los peregrinos como peligroso por ausencia de fuentes, poblaciones y estímulos del paisaje. Solían advertir que este día había que salir bien provisto de agua. Para bien o mal, los tiempos cambian, y hoy día son varios los emprendedores que se han lanzado a poner chiringuitos en este tramo.



Para nosotros se nos hizo muy llevadero el tránsito por allí, ya que la mayoría del tiempo fuimos acompañados por peregrinos que nos íbamos encontrando. Como más llamativa, una pareja de Villaba que nos conocía del año pasado, y nos perdieron de vista después de mi accidente. Habían planeado hacer el camino en dos veranos consecutivos y nos encontramos los dos veranos con ellos. Nos recibieron con una exclamación "¡hombre, los de Vitoria!".


En cuanto a accesibilidad, la salida de Carrión es una carretera, por cuyo arcén deben andar todos los peregrinos, y más adelante la carretera se cambia por una pista de tierra con alguna piedra pequeña que no da ningún problema. Justo en la salida del pueblo hay una gasolinera con wc a piso llano, aunque de pequeño tamaño. Nos hartamos de ver girasoles a un lado y otro del camino, hasta que llegamos a Calzadilla de la Cueza, que nos da la bienvenida con un bar que es parada obligatoria para muchos.


Allí tuvimos que desmontar la handbike para poder entrar, subiendo la rampa empinada de la entrada del bar, pero con tanta gente que había en la entrada, Xabi no tuvo que empujar mi silla para entrar. Aprovechamos para utilizar el wc que, aunque es pequeño, no tiene escalones. Una vez fuera, bebimos unos refrescos mientras unos peregrinos italianos (entre ellos el joven Enio que habíamos conocido en Santo Domingo) nos cantaban canciones populares italianas.

En Calzadilla merece la pena visitar la iglesia de San Martín, con imagen de Santiago peregrino, si podéis subir los escalones que tiene en la entrada. Una voluntaria encargada de enseñar la iglesia lamentó la falta de accesibilidad, y nos contó que son varias veces las que ha pedido un mejora de la entrada, sin respuesta.

Una vez rehidratados, seguimos hacia delante. El resto del camino, hasta Terradillos, consiste en una pista de tierra con unas cuantas piedras que lo hacen algo incómodo para ir con silla y, aunque no es imposible ir por el camino de peatón, recomiendo ir por el arcén de la tranquila carretera que va paralela y a pocos metros de distancia, desde donde podréis saludar a los peregrinos que encontréis.

Al pasar por Lédigos, no quisimos entrar por ahorrar tiempo, y seguimos a unos peregrinos que veíamos a lo lejos. Poco después nos dimos cuenta de que aquellos peregrinos, que eran los navarros que habíamos conocido en Hornillos del Camino, se habían perdido, y por lo tanto, nosotros con ellos. Por si acaso, no olvidéis que al pasar por Lédigos, no se debe girar a la derecha, porque os encontraréis con una pista agrícola muy dura para la silla. Yo me di media vuelta hasta encontrar el camino bueno, siguiendo el arcén de la carretera.

En Terradillos pasamos la noche en el Albergue Los Templarios, que está antes de entrar en el pueblo. Es muy grande, y tiene la entrada accesible. A las personas con dificultad de movilidad los aloja en una habitación doble que tiene cerca de la entrada. El baño tiene la puerta muy estrecha para una silla y, aunque al lado de la habitación hay un wc con lavabo adaptados, la ducha no es accesible. Antonia, la hospitalera es muy amable, y además de darnos cariño nos aclaró todas las dudas que teníamos sobre la etapa siguiente. La tarde la pasamos de relax, hablando con otros peregrinos que pasaron la tarde allí.

 

 

sábado, 18 de agosto de 2012

20 de julio, desde Boadilla del Camino hasta Carrión de los Condes

Nos despedimos de Eduardo, quien nos acompañó hasta la salida de Boadilla. Hasta Frómista el camino es paralelo al Canal de Castilla, un poco pedregoso, y con silla de ruedas necesité ayuda en algunos momentos, pero sin problemas mayores. Poco antes de entrar en Frómista nos encontramos con unas escaleras que hay que bajar, pero se pueden evitar haciendo un rodeo por una rampa, que no tardamos en encontrar. Este tramo fué amenizado por un veterano de camino, que nos contó diversas batallas de sus experiencias.




Frómista es una población monumental, en proporción a su tamaño. Pudimos ver el interior de la iglesia de San Martín y la de San Pedro, ya que a partir de las 10 de la mañana se encuentran personas voluntarias para enseñar las iglesias con mucho gusto y, en caso de necesidad, colocan rampas de madera en la entrada para facilitar el acceso con silla de ruedas. En este pueblo, encontramos un bar con baño que, aunque de pequeño tamaño, a piso llano. Nos tomamos un café con otros peregrinos, y decidimos que merecía la pena esperar a las 10 para ver las iglesias por dentro.



Saliendo de Frómista, y hasta Población de Campos, el camino es un carril bici, primero de hormigón y luego de tierra batida. Después hay dos variantes del camino: la primera va siguiendo recto se va directamente a Revenga, y después a Villarmentero de Campos, por un camino similar al que estábamos pisando. Si por alguna razón este camino se nos hace incómodo, de vez en cuando nos encontraremos unos pasillos que nos permitirán salir a una carretera local que va totalmente en paralelo al camino de peatones. La distancia entre la carretera y el camino es tan corta que podremos mantener conversación con los peregrinos que nos encontremos.




La segunda variante se dirige hacia la derecha, y hace un rodeo por Villovieco. Esta variante es un camino más descuidado, aunque totalmente llano tiene bastantes piedras, e incluso algún charco, que lo hacen un camino incómodo, pero es posible pasar con la silla. De hecho es el que nosotros elegimos. En Villovieco se puede visitar la iglesia de Santa María por dentro. Tienen rampa para llegar hasta la puerta, pero no para salvar el escalón de la entrada.
Para dirigirse a Villarmentero, aconsejo tomar la carretera que lleva a Revenga de Campos, en lugar de seguir por el camino que lleva directamente a Villarmentero, ya que este camino está bastante descuidado y estropeado por el paso con máquinas agrícolas. En Revenga podremos continuar por un camino de peatones, esta vez bastante pedregoso, unido por numerosos pasillos a una carretera parelela de escasa circulación.

Continuando por este camino durante unos 10 km, llegaremos a Carrión de los Condes. Antes de llegar allí, paramos en Villalcazar de Sirga, donde un hospitalero voluntario nos invitó a un vaso de agua y amena conversación, lástima que ese albergue tenga demasiadas escaleras para llegar a las habitaciones. Intentamos entrar a ver la iglesia de Santa María, pero el encargado de enseñarla estaba con ganas de marcharse a comer y se negó a colocar la rampa de madera que tienen preparada para salvar el escalón de la puerta lateral. Espero que cuando paseís por allí tengáis más suerte que yo. La iglesia es bella por dentro y por fuera, pero en protesta por no haber podido entrar, esta vez, no voy a poner ninguna fotografía.

El último tramo de la etapa lo tuvimos que hacer a toda prisa por el siguiente incidente: Conocíamos, por comunicación via email con las monjas, que el albergue de Santa Clara de Carrión de los Condes era el más practicable para silla de ruedas que ofrece Carrón, aunque con algunas dificultades, y también que en ese albergue no se admiten reservas. Para evitar quedarnos sin plaza (y tener que buscar alojamiento en otro pueblo), el día anterior Xabi llamó al albergue para pedir el favor de reservarnos dos camas, teniendo en cuenta nuestra condición. Sor Micaela, que le atendió, nos hizo el favor. Pero a los cinco minutos, me llamó por teléfono un señor que trabajaba como asalariado en el albergue, diciéndome que no era cierto que el albergue fuera accesible para la silla de ruedas, que tenía un escalón muy grande y un pasillo muy estrecho, y que no iba a poder pasar. Pensamos que esta llamada era una disuasión, para evitar hacer excepciones reservando camas, por eso contestamos que aunque el acceso era difícil nos las arreglaríamos. Al día siguiente, cuando nos quedaban 6 km, eran las 13'30, nos volvió a llamar para preguntarnos si íbamos a ir o no, porque había gente preguntando si quedaban camas libres. Contestamos que si, y nos dimos toda la prisa que podimos, causándole a Xabi una leve tendinitis en un gemelo. Para colmo, cuando llegamos tuvimos que esperar en la puerta durante más de 15 minutos, leyendo un cartel que decía ¨"Vuelvo en 5 minutos".

Me hubiera gustado encontrar a Sor Micaela para agredecer su amabilidad, pero no fué posible, ya que no vi a nadie para preguntar por ella.


El albergue es practicable, pero tiene un escalón grande en el patio de entrada, y los baños y habitaciones son pequeños para moverse con ellos en silla, hay que ponerse de pie para entrar en ellos. No tuve ningún problema con la anchura del pasillo.

En Carrión también está el convento de las Filipenses, que dispone de habitaciones para gente que va a hacer ejercicios espirituales, algunas de ellas son accesibles con baño adaptado para sillas. Dan cena y desayuno con mucha amabilidad. Pero no es un albergue de peregrinos, por lo que es difícil encontrar a gente que está haciendo el Camino. Además, el precio es algo más elevado que los albergues.

Esta población es un buen lugar para pasar noche, porque la siguiente población está a 17 km, y también por el gran número de monumentos que tiene para ver. Entre ellos, el monasterio de San Zoilo. Esta vez no pudimos entretenernos apenas mirando arte, porque estuvimos cambiando la rueda que se me había pinchado en Hontanas, y disfrutando de una visita familiar.




martes, 14 de agosto de 2012

19 de julio, de Hontanas a Boadilla del Camino


Aquel día volvimos a levantarnos media hora antes, ya que la predicción decía que ibamos a tener un poquito menos de calor. 
Nada mas salir de Hontanas, el camino de peatones se pone difícil por la cantidad de piedras y los surcos del suelo, así que para ir con silla de ruedas aconsejo ir por la carretera BU-4013 que lleva a Castrojeriz, y que está ilustrada en la foto de arriba. El camino de peatones acaba uniéndose con esta carretera, por la que todos los peatones deben continuar hasta entrar en Castrojeriz. Esta carretera es muy local, y apenas pasan coches por ella. Además, el paisaje que se observa pasando por ella es casi tan vistoso como el que aprecian los que elijen el camino de tierra.

Antes de llegar a Castrojeriz, nos encontramos con las Ruinas de San Antón, de un antiguo convento y hospital de peregrinos, y después paramos un poco en el pueblo para ver sus obras de arte, aunque nos quedamos con pena de verlo con un poco más tranquilidad. 



Después de Castrojeriz, siguiendo por el camino se encuentra el Alto de Mostelares que consiste en una cuesta larga hacia arriba de hasta el 12% de inclinación y una cuesta menos larga hacia abajo de hasta el 18% de inclinación, continuando con varios metros en los que predomina el llano. Hasta hace poco, todo el firme de este tramo era muy pedregoso y, aunque actualmente se han hecho mejoras en las cuestas sustituyendo las piedras por un suelo de hormigón, no han cambiado el suelo de la zona más llana, por lo que la solución es insuficiente para los peregrinos con silla de ruedas. 

Tras varias consultas y meditaciones, decidí utilizar el camino alternativo que por suerte existe: saliendo de Castrojeriz hay que caminar por el arcén de la carretera hacia Castrillo de Matajudíos y una vez allí continuar hasta Itero de la Vega. Las carreteras que unen estos pueblos son locales y apenas tienen tráfico. Por el camino original la distancia entre Castrojeriz e Itero de la Vega es de 6,6 km, y desviándose por Castrillo 10,9. Aunque la distancia es mucho mayor, creo que merece la pena ir por el desvío. Es importante el detalle de que por el desvío todo el tiempo iremos en llano o con pendientes suaves, porque lo que haremos será literalmente rodear el Alto de Mostelares. El paisaje junto a la carretera es soso soso, al menos en la época que pasé por allí, perdí la cuenta de campos de girasoles y de cereal que ya habían recogido, pero según Xabi, desde arriba del Alto el paisaje es el mismo desde arriba.


Antes de entrar en Itero de la Vega, pasé por un puente sobre el Pisuerga, que es la frontera con la provincia de Palencia.
En el bar de Itero de la Vega paramos para reponer fuerzas y utilizar el wc, que no está adaptado pero si en planta baja, y el dueño nos invitó a las bebidas.

A partir de aqui pudimos continuar los dos juntos por el camino de peatones, que la mayoría del tiempo era una pista de arena, fácil para la silla y, sobretodo llegando a Boadilla, una pista de piedras que pudimos superar, gracias al trabajo en equipo, sin problemas.

En este último tramo disfrutamos de la compañia de una peregrina, que había decidido hacer el Camino de Santiago, improvisando bastante las etapas. Nos sorprendió las etapas que pretendía hacer aquel día y al siguiente, guiándose sólamente por las obras de arte que había para ver en las metas elegidas. Intentamos convencerla de que dosificara más las fuerzas, pero creo que no sirvió de mucho, ya que lo tenía bastante decidido... yo la llamé "un alma libre". Nos despedimos de ella al llegar a Boadilla, porque ella quería continuar hasta Frómista.




En Boadilla del Camino nos alojamos en el Albergue En el Camino, donde Eduardo nos acogió con su buén ánimo. Como sugiere la foto, es un albergue muy agradable, especialmente los días de calor, porque tiene un patio con piscina, para darse un remojón. No está adaptado, aunque todo está en planta baja, hay dos escalones para entrar en la habitación, pero el buen ambiente y la comida casera son una compensación a tener en cuenta. Allí conocimos a este mimoso hospitalero.


lunes, 13 de agosto de 2012

18 de julio, desde Burgos a Hontanas

Recuerdo esa etapa como muy dura por la temperatura que hizo ese día. Nos tocó el máximo de una de las olas de calor que abundan este verano, en una de las etapas más largas de nuestro viaje (31 km, según las guías). Por si acaso nos levantamos a las 5'30, media hora antes que de costumbre, pero perdimos un poco de tiempo al prepararnos, porque en lugar de dejar la mochila en el albergue para que la recogiese la empresa que hacía el transporte, teníamos que llevarla a un hotel para que hiciesen allí la recogida.

Por si esto fuera poco, nos perdimos dos veces en la salida de la ciudad, que ya de por si es bastante larga.

El paisaje es bastante árido, al menos en la época en que pasamos nosotros. En cuanto a la accesibilidad, hasta Hornillos del Camino, se alternan caminos de asfalto, tierra, piedra pequeña y grande. Todo el camino es bastante practicable, aunque algunos tramos de piedra grande obligan de reducir la velocidad.

Esta practicabilidad tiene una excepción que bien merece unas líneas. A mitad de camino, entre Rabé de las Calzadas y Hornillos del Camino hay una cuesta muy empinada, pedregosa, con una curva hacia la derecha y, por si fuera poco, con surcos fruto de la erosión irregular del terreno. Con razón la llaman la Cuesta Matamulas. Para mi fue un conjunto de dificultades que no pude superar, por lo que tuvimos que pedir ayuda a los pocos peregrinos que pasaban a esas horas. Un asiático que apenas hablaba ingles o español ayudó a Xabi a bajar primero la handbike, y después Cristian, un austriaco fornido, me bajó en brazos la cuesta. Pensamos que Cristian es uno de esos "ángeles del camino", que aparecen cuando más los necesitas. Más adelante nos encontramos con él en situaciones más cómodas.

Esta cuesta, si no es imposible, es muy difícil para bajar con la silla. Para mi supone una "espinita" que se me ha quedado, algo que tal vez con más entrenamiento si se pueda superar. Además, consultando el mapa de carreteras, para evitar esa cuesta, de unos 30 metros de longitud, hay que dar un rodeo enorme: desde Tardajos habría que ir por el arcén de la N-120 hasta Hornillos. Por el camino la distancia entre estas dos poblaciones es de 9,6 km, y por la carretera 16,7 km. No sé si será posible hacer un rodeo menor, mas ajustado para evitar la cuesta horrorosa, por caminos poco conocidos que hay entre los cultivos, para conocerlo mejor habría que consultar con la gente de Rabé de las Calzadas, y confiar en su buena vista y memoria, o hacer un viaje específico para conocer el terreno.

Entre un incidente y otro, para cuando llegamos a Hornillos eran las 13'00 y hacía un calor que se caían las moscas. Nada mas llegar nos encontramos con un grupo de peregrinos bebiendo Acuarius, entre ellos a Iñaki e Izaskun. Las palabras sencillas de ánimo de Izaskun me sentaron como una caricia en medio de tanto percance. Pensamos que con el calor que hacía no tendríamos garantía de caminar los 10 km que nos quedaban hasta Hontanas sin consecuencias para nuestra salud, así que llamamos por teléfono a un taxi que trabaja por la zona y que nos llevase hasta el albergue de Hontanas donde habíamos reservado el día anterior, el Albergue Santa Brígida.


El hospitalero, que no estaba, había apalabrado con nosotros en que nos dejaría dormir en la cocina de su casa, donde iba a colocar unos colchones. Pero Liliana, la persona que se quedó al cargo del albergue, pensó que estaríamos más cómodos en el edificio de la antigua escuela, que prepara el Albergue Municipal cuando hay falta de sitio. Como nos pareció bien la alternativa, nos quedamos allí. Es una casa en planta baja, pero en la entrada hay un escalón grande, y para entrar en las duchas también hay un escalón. Las medidas de las duchas y los wc no permiten entrar con la silla. A pesar de las dificultades de accesibilidad, nos pareció una opción buena, ya que no hemos encontrado un albergue accesible por la zona. 

Por la tarde vimos llegar a un grupo de personas que finalizaron la etapa sobre las 17'00. Entre ellos Cristian, y también Enio y más personas que se han convertido en grandes amigos del camino.

Liliana fue amable con nosotros, permitiéndonos utilizar los servicios de su albergue, aunque no estuviéramos durmiendo en otro.

Apenas pudimos visitar Hontanas ni Castrojeriz, un pueblo cercano y con muchos monumentos para visitar por dentro, porque estuvimos atareados intentando arreglar una de las ruedas pequeñas de mi silla que se había pinchado. Tras hacer un apaño, gracias Jose, un  amable vecino, tuve que llamar a casa para que me enviasen por mensajero una rueda de repuesto para cambiarla lo antes posible.

Eso si, pudimos conocer a la nueva mascota de Jose, esta perrita de 22 dias de edad, que todavía comía con biberón.