sábado, 18 de agosto de 2012

20 de julio, desde Boadilla del Camino hasta Carrión de los Condes

Nos despedimos de Eduardo, quien nos acompañó hasta la salida de Boadilla. Hasta Frómista el camino es paralelo al Canal de Castilla, un poco pedregoso, y con silla de ruedas necesité ayuda en algunos momentos, pero sin problemas mayores. Poco antes de entrar en Frómista nos encontramos con unas escaleras que hay que bajar, pero se pueden evitar haciendo un rodeo por una rampa, que no tardamos en encontrar. Este tramo fué amenizado por un veterano de camino, que nos contó diversas batallas de sus experiencias.




Frómista es una población monumental, en proporción a su tamaño. Pudimos ver el interior de la iglesia de San Martín y la de San Pedro, ya que a partir de las 10 de la mañana se encuentran personas voluntarias para enseñar las iglesias con mucho gusto y, en caso de necesidad, colocan rampas de madera en la entrada para facilitar el acceso con silla de ruedas. En este pueblo, encontramos un bar con baño que, aunque de pequeño tamaño, a piso llano. Nos tomamos un café con otros peregrinos, y decidimos que merecía la pena esperar a las 10 para ver las iglesias por dentro.



Saliendo de Frómista, y hasta Población de Campos, el camino es un carril bici, primero de hormigón y luego de tierra batida. Después hay dos variantes del camino: la primera va siguiendo recto se va directamente a Revenga, y después a Villarmentero de Campos, por un camino similar al que estábamos pisando. Si por alguna razón este camino se nos hace incómodo, de vez en cuando nos encontraremos unos pasillos que nos permitirán salir a una carretera local que va totalmente en paralelo al camino de peatones. La distancia entre la carretera y el camino es tan corta que podremos mantener conversación con los peregrinos que nos encontremos.




La segunda variante se dirige hacia la derecha, y hace un rodeo por Villovieco. Esta variante es un camino más descuidado, aunque totalmente llano tiene bastantes piedras, e incluso algún charco, que lo hacen un camino incómodo, pero es posible pasar con la silla. De hecho es el que nosotros elegimos. En Villovieco se puede visitar la iglesia de Santa María por dentro. Tienen rampa para llegar hasta la puerta, pero no para salvar el escalón de la entrada.
Para dirigirse a Villarmentero, aconsejo tomar la carretera que lleva a Revenga de Campos, en lugar de seguir por el camino que lleva directamente a Villarmentero, ya que este camino está bastante descuidado y estropeado por el paso con máquinas agrícolas. En Revenga podremos continuar por un camino de peatones, esta vez bastante pedregoso, unido por numerosos pasillos a una carretera parelela de escasa circulación.

Continuando por este camino durante unos 10 km, llegaremos a Carrión de los Condes. Antes de llegar allí, paramos en Villalcazar de Sirga, donde un hospitalero voluntario nos invitó a un vaso de agua y amena conversación, lástima que ese albergue tenga demasiadas escaleras para llegar a las habitaciones. Intentamos entrar a ver la iglesia de Santa María, pero el encargado de enseñarla estaba con ganas de marcharse a comer y se negó a colocar la rampa de madera que tienen preparada para salvar el escalón de la puerta lateral. Espero que cuando paseís por allí tengáis más suerte que yo. La iglesia es bella por dentro y por fuera, pero en protesta por no haber podido entrar, esta vez, no voy a poner ninguna fotografía.

El último tramo de la etapa lo tuvimos que hacer a toda prisa por el siguiente incidente: Conocíamos, por comunicación via email con las monjas, que el albergue de Santa Clara de Carrión de los Condes era el más practicable para silla de ruedas que ofrece Carrón, aunque con algunas dificultades, y también que en ese albergue no se admiten reservas. Para evitar quedarnos sin plaza (y tener que buscar alojamiento en otro pueblo), el día anterior Xabi llamó al albergue para pedir el favor de reservarnos dos camas, teniendo en cuenta nuestra condición. Sor Micaela, que le atendió, nos hizo el favor. Pero a los cinco minutos, me llamó por teléfono un señor que trabajaba como asalariado en el albergue, diciéndome que no era cierto que el albergue fuera accesible para la silla de ruedas, que tenía un escalón muy grande y un pasillo muy estrecho, y que no iba a poder pasar. Pensamos que esta llamada era una disuasión, para evitar hacer excepciones reservando camas, por eso contestamos que aunque el acceso era difícil nos las arreglaríamos. Al día siguiente, cuando nos quedaban 6 km, eran las 13'30, nos volvió a llamar para preguntarnos si íbamos a ir o no, porque había gente preguntando si quedaban camas libres. Contestamos que si, y nos dimos toda la prisa que podimos, causándole a Xabi una leve tendinitis en un gemelo. Para colmo, cuando llegamos tuvimos que esperar en la puerta durante más de 15 minutos, leyendo un cartel que decía ¨"Vuelvo en 5 minutos".

Me hubiera gustado encontrar a Sor Micaela para agredecer su amabilidad, pero no fué posible, ya que no vi a nadie para preguntar por ella.


El albergue es practicable, pero tiene un escalón grande en el patio de entrada, y los baños y habitaciones son pequeños para moverse con ellos en silla, hay que ponerse de pie para entrar en ellos. No tuve ningún problema con la anchura del pasillo.

En Carrión también está el convento de las Filipenses, que dispone de habitaciones para gente que va a hacer ejercicios espirituales, algunas de ellas son accesibles con baño adaptado para sillas. Dan cena y desayuno con mucha amabilidad. Pero no es un albergue de peregrinos, por lo que es difícil encontrar a gente que está haciendo el Camino. Además, el precio es algo más elevado que los albergues.

Esta población es un buen lugar para pasar noche, porque la siguiente población está a 17 km, y también por el gran número de monumentos que tiene para ver. Entre ellos, el monasterio de San Zoilo. Esta vez no pudimos entretenernos apenas mirando arte, porque estuvimos cambiando la rueda que se me había pinchado en Hontanas, y disfrutando de una visita familiar.




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